Todas las tardes unos pequeños hombrecillos, sombrero en mano, salen de no sé dónde y se paran sobre una piedra para bailar. El más pequeño de todos, haciendo unos raros movimientos, toca un inmenso tambor mientras todos los duendes bailaban a su alrededor. Insólito espectáculo que desafortunadamente disfruto sólo en punto de las seis. ...Sebastian Carvajal

Limón... color limón

miércoles, agosto 15

Hoy fui a comer a casa del Gordo. Para mí ellos son lo máximo. Los tíos Valles se lucen, especialmente los cuidados que tíene la Tía Lucy, pues soy para ella un hijo más. En cuanto llego se me echan encima Monse y Miguel, de 6 y 5 años; Santiago y Álvaro están esperando el momento para que suba a su cuarto y poderme presumir su nueva adquisición de video juegos, ellos de 11 y 9 años.

Como es costumbre, en punto de las 2 p.m. ya estábamos todos en el comedor, pues a mi tío Pedro le gusta que todos estén sentados antes de que él llegue a la mesa. La única que faltó fue Mariangel, hermana gemela del Gordo, que desde hace unos meses se fue a estudiar a Irlanda.

La conversación fue muy interesante, pues mi tío Pedro -que tiene un prestigiaso en el mundo empresarial- nos contó mil anécdotas de los nuevos proyectos de expansión de Cemex. Tía Lucy nos enseñò fotos de Mariangel en Dublín y por supuesto –es inevitable-, también hablamos de fútbol, las facciones rápidamente se polarizaron: Santiago, Miguel y yo Rayados, el Gordo, tío Pedro y Monse Tigres, y Álvaro lamentablemente al América, la tía Lucy, prefería guardar silencio, ella siempre crea un factor de unidad. Por último el postre: un ¡exquisito pay de limón! Me encanta, me encanta.

Pero… ¿y Natalia? Tenía que hablar con ella, no puede ser que se pasen los días y yo sin dirigirle la palabra. Pero porqué lo hice tan mal?, nada más llegar y plantarme enfrente todo fue una, la mirada de todas sobre mí y yo que no sabía qué decir. Pero si justo antes lo tenía tan claro, era muy sencillo: llegar pidiéndole a Anilú los apuntes de inglés, esperar que dijera que los había prestado a Natalia, preguntar: ¿Natalia?, ¿quién es Natalia? y por último presentarme y lo demás …ya estaba dado. Pero no, por los nervios, me traicionó el subconsciente y fui directo con Susy, le pedí los apuntes, y desconcertado me fui.

Sus ojos... sus ojos limón… parece que sólo me quedo con su recuerdo.

Todos estaban ahí

Hoy tuve la grandiosa idea de llegar media hora antes al entrenamiento, no por puntual, sino para lograr ver el final del entrenamiento de las niñas de voly. Es evidente que mi intención era verla, pero inesperadamente me topé con que gran parte del equipo de fútbol había llegando antes que yo.

Me sentí como un tonto, la escena me pareció tan cómica como desagradable, no podía -o al menos no quería- permanecer ahí, pues no iba a ser yo uno más de los admiradores de Natalia Legorreta.

Furioso por dentro, me fui al entrenamiento.¿Por qué tenía que suceder así? ¿Por qué me gusta una chava que en un par de días se ha convertido en la más popular del colegio? ¿No podría ser todo mucho más sencillo?

Durante esas dos horas no dí una, mi mente estuvo ida todo el entrenamiento. ¿Qué pensará una niña en una situación así?, ¿Cómo me ha podido afectar tanto? ¿Realmente me gusta? –Sebastián está guapísima. –Pero no me ha puesto atención… ahora si que... ni siquiera sabe cual es mi nombre.

Natalia

lunes, agosto 13

Llevo esperando 20 minutos y Susy aún no se conecta, me urge tener más información. ¡Soy un torpe!. ¿Cómo pude no dirigirle la palabra, estando tan cerca de mí?

Cuando llegué al salón, ella ya estaba ahí. No pude disimular mirarla y estoy seguro que ella lo notó. Así son las chavas, se enteran de todo lo que sucede alrededor pero fingen despiste e indiferencia. Evité pasar a su lado, no sé, tal vez me dió miedo. No fue sino hasta que la maestra tomó lista:

- Andrés de la Torre
- Presente
- Karla...
- Presente
- Natalia Legorreta
- Presente maestra.
- ¿Usted es nueva señorita?
- Si maestra -sonriendo-
- Bienvenida

Natalia Legorreta... me gusta, ¡me gusta mucho! Realmente me tiene fuera de órbita. Estuve en cada clase tratando de llamar su atención, pero nada. Tan sólo pedía una mirada. Que envidia le tengo a René, la tuvo a su lado todo el día y para colmo el profesor titular le encargó que le ayudara a ponerse al corriente.

Mientras escribo estoy buscando cualquier indicio de ella en la web, pero nada, no parece tener algún antecedente cibernético. ¿Natalia Legorreta? Los únicos datos que tengo es que es la “chula tapatía” que ha conquistado a todos. Todo mundo notó su llegada y en la cafetería la raza no hace más que hablar de ella. Yo prefiero guardar silencio y le pido al Gordo y a Hugo su discreción.

¡Por fin… ya se conectó Susy!, transcribo el diálogo:
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Sebastián: y qué tal la primera semana de clases?
Susy: Desde cuándo haces esas preguntas?
Sebastián: bueno perdón, ahora se ve mal ser educado.
Susy: y qué tal tu fiesta, te gustó?, cómo acabaron?, quién se quedó a dormir?
Sebastián: La verdad no me lo esperaba, gracias, estuve padrísima… no, hasta eso acabaron bien, nadie se quedó a dormir, al terminar lo único que quería era descansar y el sábado sí que me desquité.
Susy: ok
Sebastián: Hoy te ví super ocupada, ni pelaste a la raza de la fefa,
Susy: Para nada, ni al caso
Sebastián: Claro!, nada más llega una niña nueva y ni te acuerdas de los amigos
Susy: es a todo dar, no seas exagerado, sabes que para los amigos siempre hay tiempo, no te pongas celoso, ja!
Sebastián: mmm y qué onda con esa niña eh?
Susy: pues nada, me cae bien, aunque es medio fresa, viene llegando de Guadalajara por el trabajo del papá, por eso llegaron tarde
Sebastián: todo mundo las vio platicando en el descanso... qué, ¿quieres ganar popularidad?... porque no paran de hablar de ella.
Susy: estabamos platicando del equipo de voly
Sebastián: qué con eso?
Susy: pues nada, que la invité al equipo
Sebastián: ah, orale
Susy: bueno ya me voy, todavía tengo que hacer tareas
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La Cebolla Roja

domingo, agosto 12

Nunca me ha gustado la manía de papá por levantarse temprano los domingos, especialmente porque parece ser una enfermedad contagiosa, pues al instante mamá le sigue los pasos y a los pocos minutos lo hacen mis hermanos. A mí, como esta claro, no me queda otra opción mas que unirme también al manicomio porque de otro modo mi existencia de ese día se puede tornar muy deprimente.

La última vez que me quedé dormido en domingo todos se fueron a Misa de 10 en Fátima y no regresaron hasta las 8 de la noche, cada uno con café frapé en la mano. Como es de imaginarse me la pasé tirado todo el día –como ayer-, comí lo poco que encontré en el refrigerador y bagué por la casa en busca de algo que hacer, por supuesto al día siguiente fui al colegio con facha decadente, cabizbajo y dormido hasta el primer descanso.

Así las cosas después de Misa y de visitar a Mamagrande llegamos a la Cebolla Roja.

Nunca he sabido porque se llama así, pero tampoco he sentido necesidad de preguntar. Es un lugar tan nuestro que los meseros sólo están esperando que llegue la familia Carvajal para comenzar a trabajar. Aunque se me antoja todo, la experiencia me ha enseñado que lo que pide papá siempre es garantía, pongo atención y pido lo que él. La Cebolla Roja es -a mi parecer- la mejor taquería de la ciudad. No es un lugar cualquiera, porque aunque se sirve principalmente cortes y tacos, la categoría del lugar es al mismo tiempo elegante, simpática y familiar. No se por qué pero es un lugar especial para mí. Los Carvajal llevamos tantos años comiendo en este sitio que se ha convertido en una tradición familiar.

Hoy hemos platicado de todo y de nada. Sin embargo, papá me ha recordado lo de siempre: que espera de mí un promedio mayor a 90.

-Tú tienes talento para estar en los primeros lugares, no me vayas a fallar. ¿Estamos de acuerdo?- Y luego su mirada inquisidora.

¡Ah! Como me pesa que me diga eso. Como si Sebastián Carvajal se redujera a una máquina matemática. Me pongo inmediatamente de malas y a la defensiva.

-Si papá, ya lo sé, ¡ya lo sé! No te preocupes.

De esos que te absorven

sábado, agosto 11

Estoy aplastado en el sillón. A veces es mi lugar predilecto. Aunque es individual, es un mueble inmenso. Es tan cómodo, que no se si son miles de cojines o un sólo. Es de esos sillónes que pareciera que están vivos y te llaman: Sebastían, ¿a dónde vas? no hay nada que hacer... ¡tranquilo!, no pasa nada... has trabajado mucho estos días... ven y descansa. Es de esos sillones que te absorven, una vez que te sientas, ya no puedes levantarte, te van aprisionando poco a poco hasta acabar con la poca fuerza de voluntad que te quedaba. Es como si le salieran brazos que te arropan y no te dejan ni pensar.

Llevo aquí tres horas, esta es mi segunda película. Hoy me levanté tardísimo, mamá ya se había ido a Misa de 12. Me impresiona mucho como la flojera llama a más flojera. Es auténticamente un círculo vicioso. Estoy realmente fastidiado. Escribo este Blog, sólo porque no se me ocurre algo más interesante que hacer. Papá, mamá y Julieta mi hermana se fueron una boda a la cual por supuesto no quise ir. Mis hermanos... ni idea dónde anden, seguro llegarán muy tarde. El Gordo se fue a la presa con sus tíos, Hugo no ha estado en su casa durante todo el día y Andrés salió muy temprano a Mc Allen y no regresará hasta mañana. Conclusión: este sábado está naufragando, no hay nada que hacer y la verdad estoy frustrado. Ya se está acabando el fin de semana y yo aquí tirado. Es curioso, no me quiero levantar, pero al mismo tiempo estoy molesto con mi tétrica situación. ¿Mañana? Mañana es domingo... y no es lo mismo. Mañana lo de cada domingo: familia.

Son casi las 12, y yo terriblemente en la "depre", me dispongo a ver "Matrix" -mi tercera película del día- que acaba de empezar hasta que llegue papá y me "anime" a irme a dormir.

¡Una sorpresa!

viernes, agosto 10

¡Por fin se fueron los últimos! Aunque estoy super cansado, la fiesta estuvo padrísima. Nunca se me hubiera ocurrido que mamá, el Gordo y Hugo se hubieran puesto de acuerdo para organzarme una fiesta sorpresa hoy en la casa. Por mi parte me bastaba lo de ayer. En mi casa siempre solemos tener cuando alguien cumple años una sencilla cena familiar donde el festejado selecciona el menú, no poca cosa pues mamá -no es por presumir- cocina riquísimo. Yo pedí Chiles en nogada (no es una comida típica, lo sé, pero gacias a mamá los Carvajal tenemos una cultura culinaria distinta al promedio regio) y de postre pastel de tres leches... mmm... muy rico.



El punto es que hoy quedamos todos de ir a una fiesta de XV años al Casino Monterrey porque Andrés había prometido conseguir invitaciones para todos a través de su hermana. Hugo quedó de pasar por mí. Me tardé muchísimo combinando la corbata y la camisa, nunca me satisface el nudo que hago. Mamá me veía y se reía mucho y hasta ahora sé por qué lo hacía, pues tal XV no existía.




Hugo pasó justo a las 8:30 p.m. como quedamos y después fuimos a casa de Andrés. Estaba en la regadera. Estuvimos esperando 20 minutos hasta que por fin salió. No lo podía creer, no había conseguido las invitaciones, estaba furioso, en verdad furioso. ¿por qué no había avisado? ¿y qué plan ibamos a hacer?



- Tranquilo Sebastian, mira vamos a tu casa a recoger al Gordo Valles y luego pensamos qué hacer, seguro que si nos paramos en la puerta nos dejan entrar.

- ¿A mi casa? ¿Qué hace el Gordo ahí? Además no nos van a dejar entrar, acuerdate lo que paso hace dos meses.

- Si el torpe del Gordo supo que Hugo te iba a recoger y se fue a tu casa, pero al parecer llegó tarde.

Claro está que estaba furioso, no me gustaba nada el plan. Yo quería ir al XV, tenía la esperanza de ver ahí a la "niña ojos verdes". Ya se que ni al caso, no hay razón para que recién llegada de otra ciudad vaya a un XV el primer fin de semana. Sin embargo, la esperanza nunca muere. Pero bueno, fuimos a mi casa.

Llegué regañando al Gordo, que platicaba con mamá, por no avisar que venía para acá. No me ponía atención, algo raro estaba sucediendo. Oí una risas y la luz de la terraza se prendió. Todo mundo estaba ahí: Manuel y Carlos, Anilú y Susy, Toño y Rosario, Tere, Alexia, José Pablo, Zambrano, Diego y Karen, hasta el Pepo andaba ahí. Serían en total unos veinticinco.

Nunca me habían hecho una fiesta sorpresa. Me dio mucho gusto, todo mundo estaba ahí y no me lo esperaba en absoluto. Papá y Carlos mi hermano estuvieron toda la noche atendiendo el asador. Mamá siempre tenía un par distinto de mis amigas vueltas locasalrededor de ella, se ve que les cayó muy bien. Yo me la pasé padrísimo, en verdad estoy feliz.

Al final sólo se quedaron Hugo, Toño y Rosario, Anilú, Susy, el Gordo y yo. Platicamos muy sabroso hasta tarde y terminamos el Gordo y yo cantando y tocando guitarra.

Estoy muerto, ya son las 2 a.m., pero no quería dejar de escribir hoy.
Nota: La morenaza no fue a clases hoy. ¿Por qué? Lo desconozco, pero no me ha caido en gracia. Si estuve de malas al principio del día fue por eso. Ya me olvidé, ya veremos el lunes.

Ni siquiera pude saber su nombre

jueves, agosto 9

Pedí permiso para salir del salón durante la clase de Historia porque tenía que entregar a Marcela -la Secretaría del Director- una papelería pendiente con motivo de la graduación de Secundaria. Al regresar a mi lugar le pregunté al Gordo sobre lo que habían hecho en mi ausencia y me contesto:

--Nada, nada. Solamente vino el Director a presentar a dos alumnos de nuevo ingreso.

--¿Quiénes?

-- El pelirrojo de la otra esquina y la chava guapa de enfrente.

Miré hacia adelante y ella me estaba mirando. – ¿Guapa?… está ¡re-chula!, ¡preciosa! ¿Quién es? ¿De dónde viene Gordo?

-- Profesor, ¿me permite a Sebastián Carvajal? Dijo Marcela, la secretaria.

¡¿Qué?! ¿Yo? ¿Para qué? ¿Por qué ahorita? ¡No!. Tuve que salir del salón de nuevo, pero le prometí al Gordo que volvería en un momento para que me diera todos los detalles.

No lo podía creer llevaba en el escritorio de la secretaría más de hora y media y estaba a punto de terminarse las clases. Fue un fastidio contestar el "examen indicativo de la Universidad para admisión a prepa". ¿Por qué tenía que ser hoy? ¿Por qué tuve que faltar el día que lo aplicaron a todos? No creo haber contestado una sólo pregunta correcta. Lo único que tenía en la cabeza era la imagen de una morenaza preciosa, de ojos grandes y verdes, de sonrisa fácil que me miraba curiosa.



Al terminar regresé corriendo al salón y ya no había nadie. Tomé mis cosas y corriendo por el pasillo vi al Gordo y Hugo bajando las escaleras.



-- Gordo, ¿y la morenaza? ¿viste por dónde se fue?



El Gordo no tenía ni idea de lo que pasaba y no pudo darme ningún dato nuevo.



--¡Tranquilo viejo!, mañana la verás. No te me alborotes, llevala con calma que hoy es tu cumpleaños.



Así es hoy fue mi cumpleaños. Llegar al colegio manejando el Mustang fue por demás soberbio. Todo mundo me iba saludando desconcertados. No me quejo. Pero ver a esa niña chula de ojos verdes me ha traido loco todo el día. No he podido hacer la tarea. En el entrenamiento no di una. No me la puedo quitar de la cabeza y ni siquiera he escuchado su voz, ni siquiera pude saber su nombre.